jueves, 16 de septiembre de 2010

TRASFONDO - Grupo W.L.

Por: William Lopez Santiago

Saludos a la muy bien querida y amada, Muy Leal Villa del Capitán Correa y Gandía. Hacemos extensivo este saludo introductorio a todos nuestros vecinos de la Región Norte y Central. Va para todos  ustedes un fraternal abrazo, sin distinción ideológica alguna, tal y como lo expreso por las ondas radiales.
Comenzamos hoy con una serie de escritos desde mi perspectiva estadista y Nuevo Progresista, sin ataduras de conciencia hacia personas o instituciones y con plena lealtad hacia mi pueblo y el ideal, que desde mi visión se complementan.
Para dejar clara mi línea de pensamiento, utilizaré como base un escrito de la ex portavoz de la Legislatura Municipal de Arecibo, mi hija, la Lcda. Wilma López Mora, publicado el 10 de noviembre de 2006 y titulado: “Yo pienso, yo creo, yo estimo”. Contamos con la autorización necesaria para así hacerlo.
Cuando se ha tenido el privilegio de haber sido escogido por un pueblo para ser sus ojos, sus oídos y su voz (refiriéndose a ostentar una posición electiva), recae sobre los hombros una gran responsabilidad que hay que ejercer con lealtad.
Cuando de aprobar legislación (y agrego yo, de administrar) se trata, el marco que guíe las acciones no puede ser otro que el mejor interés del pueblo al que se representa. Es entonces cuando no se puede, ni se debe claudicar ante peticiones de falsas lealtades. Las decisiones deben y tienen que estar basadas en los hechos bien estudiados, documentados y a tenor con el mejor interés colectivo, al que nos referimos antes. Las acciones y las determinaciones jamás deben ser el resultado de simples “yo creo, yo, pienso, yo estimo”.
La información empírica, estadística y constatable tiene que ser la base para el desarrollo de un proceso evaluativo, analítico y deliberativo que contemple las consecuencias a corto, mediano y largo plazo. Las repercusiones de las decisiones tomadas en base al “yo creo, yo, pienso, yo estimo”, acarrean consecuencias funestas que a fin de cuentas las sufrimos todos, y en el peor de los escenarios, tienen implicaciones para las generaciones venideras, para tus hijos y tus nietos.
Lo peor es que aquellos que guían sus acciones y determinaciones desde la perspectiva del “yo creo, yo pienso, yo estimo”, piensan, creen y estiman que no se equivocan. Pretenden hacer prevalecer sus opiniones e imponer sus criterios por encima de evidencias, evaluaciones ponderadas y científicamente comprobadas con datos corroborados. Esperan de los demás una mal llamada “lealtad”, que más que lealtad es una traición al intelecto y una falta de respeto a quienes depositaron en ti su confianza.
Desde esta columna espero analizar, debatir y proyectar la más amplia visión de los temas a nivel de nuestra ciudad, país, sociedad, economía e instituciones, con el más amplio pensamiento crítico. Aportar con ideas e incentivos para enfrentar las diferentes problemáticas que se presentan en nuestro contorno político-social, con el único interés de servir a nuestro pueblo y a nuestro ideal. Todo esto sin olvidar la fidelidad que se debe a nuestra conciencia y separándome del fanatismo cegador y ensordecedor que en muchas instancias parece convertirse en la regla y no en la excepción.
Por último espero haber creado la curiosidad en los lectores hacia los próximos escritos, ya de lleno en la discusión de todo el hacer de nuestro pueblo. Hasta la próxima.

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